viernes, diciembre 30

Tomatis: Las funciones del oído

Tomatis: Las funciones del oído


Todo pasa por el oído, llega a decir Tomatis, consciente del riesgo de pecar de “oidocentrista”. Pero es que, desde el punto de vista de la filogénesis, el oído está en el centro de la evolución de todas las especies, bajo este enfoque el aparato auditivo es uno solo: cóclea y vestíbulo y no dos partes separadas como suele presentarse. Y se le debe sumar el integrador cocleo-vestibular que lleva y trae información relacionándolo con las redes neurológicas más importantes de nuestro organismo, es decir, con aquellas que controlan la sensibilidad y toda la motricidad voluntaria e involuntaria. Además, el nervio neumogástrico que inerva todas las vísceras tiene la particularidad de inervar también el tímpano, siendo ésta su única emergencia exterior. Sería largo hacer una descripción neurofisiológica del oído, pero para comprender el método y sus áreas de aplicación es necesario mencionar sus puntos más relevantes.

La función vestibular controla el balance, la coordinación, la verticalidad, el tono muscular, el movimiento de los ojos, y junto con la cóclea interpreta la información sensorial proveniente del tacto, la vista y la escucha. El oído cumple también una función dinamizadora muy arcaica que consiste en transformar las estimulaciones (movimiento y vibración) en energía neurológica destinada a alimentar el cerebro.

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