El oído derecho se relaciona con el padre, con el lenguaje y con el futuro, mientras que el oído izquierdo simboliza la madre, el pasado y la vida afectiva.
De sus observaciones Tomatis se dio cuenta que las personas “estiran” con preferencia un oído para escucharse ellos mismos y para escuchar el exterior. Aquellas que privilegian el oído derecho integran mejor y más rápido la información sonora, controlando eficientemente su voz. Y, al contrario, las personas que “estiran” el oído izquierdo son, en general, más lentas y su voz es más plana y su flujo verbal más lento. Cabe recordar que las conexiones neurológicas de los oídos están cruzadas respecto a los hemisferios del cerebro, de modo que el oído derecho envía su información al hemisferio izquierdo donde se encuentra el centro del lenguaje, por lo tanto es la vía más corta y rápida en el procesamiento de información sonora. El oído izquierdo, en cambio, envía información al hemisferio derecho que hace una transferencia transcerebral hacia el centro del lenguaje, con el consiguiente retardo en relación al oído derecho. No obstante, ambos oídos son necesarios: el derecho controla; el izquierdo da la profundidad. Este funcionamiento es lo óptimo.
La relación del oído derecho con el padre y del izquierdo con la madre se produce por aprendizaje asociativo. Al nacer, si el niño desea comunicar va a “estirar” el oído derecho, que es el más rápido y allí va a encontrar voces diferentes a las de su madre que buscaran comunicarse con él a través del lenguaje. Estas personas actúan como socializadores y por general corresponden a la figura del padre. Así el oído derecho quedará asociado al lenguaje, al logos, a la ley, representado por el padre. Ahora bien, si el infante no quiere comunicar y desea seguir en simbiosis con su madre no va “estirar” ningún oído para escuchar voces distintas. El desarrollo neurológico del oído derecho quedará sin suficiente estímulo y el oído izquierdo -más lento por sus conexiones dístales con el centro del lenguaje- va a devenir dominante, permitiéndole al bebé mantenerse más alejado del mundo sonoro. La lateralidad auditiva tendrá muchas posibilidades de cristalizar a la izquierda sometiendo toda la dinámica de procesamiento de información a la velocidad del oído izquierdo, que por el largo de sus vías puede ser el doble más lenta.
Estos descubrimientos llevan a Tomatis a internarse en los misterios de la escucha y en su periplo nos mostrará la colosal importancia que tiene el oído en la evolución del ser humano.
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