Procesos cardiovasculares y vida social.
El corazón y su ritmo tienen una relación compleja con cómo tratamos y evaluamos a los demás, con cómo nos enfrentamos al estrés social y con cómo gestionamos nuestras emociones. La investigación de la relación entre los procesos cardiovasculares y la vida social es muy reciente.
En 1995 Stephen Porges, de la Universidad de Illinois (EE.UU.), propuso la teoría polivagal, una teoría que pone el énfasis en el papel del ritmo cardíaco en el comportamiento social. La teoría afirma que el nervio vago, un nervio que probablemente sólo se encuentre en los mamíferos, aporta información al corazón para regular comportamientos tan complejos como la creación y destrucción de las relaciones con otras personas. Una característica distintiva de la teoría polivagal es que no dice que lo importante sea el ritmo cardiaco (RC) por sí mismo, sino sus variaciones. Desde 1995 se han publicado una cantidad considerable de estudios que apoyan la teoría polivagal y que han demostrado la importancia del corazón en las interacciones sociales.
Así, por ejemplo, un equipo dirigido por el propio Porges monitorizó [1] a un grupo de niños pequeños mientras interactuaban socialmente con un miembro del equipo (que les arrullaba, hablaba y sonreía) y cuando se encontraban con el experimentador mientras éste sólo mostraba una cara sin expresión. Los resultados, publicados en Child Development, El RC de los niños no sólo se incrementaba durante la interacción social, sino que también los incrementos en RC predecían una mayor atención y participación activa por parte de los niños durante la interacción. De forma análoga en adultos, el RC parece estar asociada con el éxito a la hora de regular las propias emociones durante la interacción social, con la extraversión y un estado de ánimo positivo en general.
En la reunión de la Society for Personality and Social Psychology celebrada este año en Las Vegas (EE.UU), Bethany Kok y Barbara Frederickson, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE.UU.), presentaron un los resultados de un estudio [2], que se publicarán Biological Psychology, en el que se pedía a 52 adultos que informasen diariamente durante nueve semanas de los momentos en los que experimentaban emociones positivas (felicidad, admiración, gratitud) y lo socialmente conectados que se sentían. Los investigadores también midieron la RC de cada voluntario al comienzo y a la finalización del estudio, durante sesiones de dos minutos de respiración normal, esto es, midieron el tono vagal en reposo. El RC al comienzo del estudio predecía lo rápidamente que los sujetos desarrollaban sentimientos positivos y experimentaban conectividad social a lo largo del periodo de nueve semanas. Además, las experiencias de conectividad social predecían los incrementos en RC al final del estudio, demostrando la relación recíproca entre el ritmo cardíaco y tener experiencias sociales satisfactorias.
Aunque una alta variabilidad en el ritmo cardíaco parece que tiene enormes efectos positivos en el estado emocional de las personas, así como en su capacidad de adaptarse a su entorno social, las últimas investigaciones complican este cuadro. Según los últimos resultados del laboratorio de psicofisiología de la Universidad de Harvard, parece ser que la capacidad de modular el RC también promueve la sensibilidad social.
Blaise Pascal escribió en el siglo XVII que “Conocemos la verdad no solo por la razón, sino por el corazón”. Puede que no estuviese muy desencamninado.
Referencias:
[1]
Bazhenova OV, Plonskaia O, & Porges SW (2001). Vagal reactivity and affective adjustment in infants during interaction challenges. Child development, 72 (5), 1314-26 PMID: 11699673[2]
Kok, B.E. & Fredrickson, B.L. (en prensa). Upward spirals of the heart: Autonomic flexibility, as indexed by vagal tone, reciprocally and prospectively predicts positive emotions and social connectedness. Biological Psychology [PDF]
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