Apuntes: ME LO CONTARON Y LO OLVIDE. LO VI Y LO ENTENDI. LO HICE Y LO APRENDI El que domina a otros es fuerte. El que se domina así mismo es poderoso. Lao Tze
lunes, octubre 31
El rosario y el mala.
El rosario –al igual que la cruz- es un instrumento de origen pagano. Su uso estaba bien difundido en diferentes culturas mucho antes que apareciera el cristianismo. En Citium (Chipre), lugar que había sido colonizado por los fenicios, se encontró un medallón que tiene grabado un círculo de cuentas que se semejan al rosario. Este rosario fue usado en el culto a Astarté, la diosa-madre, cerca de ochocientos años antes de Cristo. Este mismo «rosario» se puede ver en muchas de las monedas encontradas que se usaban en Fenicia. En el Islam el rosario lleva 33 o 99 cuentas de color ámbar y su práctica consiste en contar toda la serie para recitar los 99 nombres más hermosos de Alá recogidos en el Corán.
También era usado en los días de la Roma pagana, donde las mujeres se adornaban el cuello con el monile, una cierta clase de collar-rosario, no solamente por razones de adorno o coquetería, sino como recordatorio para la oración en sus religiones paganas.
Los rosarios hindúes y budistas se componen de 108 cuentas (112 en el budismo japonés). En el budismo, las 108 cuentas simbolizan los 108 pecados o fallos a los que tiende la especie humana. Los adoradores de Siva tienen un rosario con el cual repiten, si es posible, todos los mil ocho nombres de su dios. Los jainíes emplean un rosario de 150 cuentas. En la Iglesia Ortodoxa Oriental de Grecia y Turquía, el rosario se llama kombologion y es usado casi con exclusividad por los monjes. El instrumento empleado tiene 100 cuentas de idéntico tamaño.
El vertitza Ortodoxo ruso , chotki, o lievstoka está hecho con 103 cuentas. En la iglesia Rumana, el rosario se llama matanie , porque el monje hace una inclinación profunda al principio y al fin de cada oración contada con las cuentas.
Nadie puede negar el hecho de que el instrumento del rosario era usado en la época pre-cristiana, por religiones no cristianas. Incluso la misma Enciclopedia Católica dice: “En casi todos los países nos encontramos con algo similar al rosario para contar las oraciones”. Considerando que su uso no tiene base bíblica y que su origen proviene de remotas costumbres paganas, el rosario no es más que otro ejemplo de cómo el paganismo fue mezclado con la religión católica. Hoy día, se lo reza en todas las iglesias católicas. De acuerdo con la tradición, la introducción del rosario en el culto católico –a principios del siglo XIII- se debe al teólogo español santo Domingo de Guzmán (fundador de la Orden de los Dominicos), pero no existe prueba alguna para tal afirmación.
Sin embargo, esta práctica fue adoptada en el siglo III por los monjes cristianos Orientales, y se desarrollaron varias formas del rosario. En el Catolicismo romano, el rosario se transformó rápidamente en un medio popular para la oración, tanto pública como privada. El rosario más común es el rosario de la Virgen Maria. Su devoción se desarrollo lenta y gradualmente entre la gente iletrada, probablemente como un sustituto más simple del recitado de los salmos. Alcanzó su forma definitiva en el siglo XV a través de la prédica del domínico Alan de la Roche y sus seguidores, que organizaron las Cofradías del Rosario, en Douai (Francia) y en Colonia. En 1520 el Papa León X aprobó oficialmente el rosario, y su uso fue encomendado repetidamente a los creyentes, por la iglesia católica romana.
Dentro del universo budista, toda acción tiene significado, todo objeto es visto como una herramienta para el desarrollo humano. Así, en las próximas semanas, aprovecharé este valioso espacio para presentar a nuestros lectores, el significado de algunos de los objetos y símbolos rituales más importantes de la tradición budista tibetana. En especial, aquellos que ya han sido hoy popularizados alrededor del mundo.
En los últimos años, el mala o rosario budista se ha convertido en un objeto de moda, siendo utilizado como ornamento por modelos, artistas, músicos, intelectuales y la gente común. Sin embargo, son pocos los que conocen su profundo significado y el uso que se le da dentro de la práctica contemplativa del budismo tibetano.
Tradicionalmente, el rosario budista consta de 108 cuentas del mismo tamaño. Es utilizado para llevar el registro de las recitaciones de mantras o palabras de poder, dotadas de profundo significado y utilizadas como un medio de protección mental, en contra de la ideación extrema, el hundimiento mental y las emociones y actitudes perturbadas. El número sagrado de 108 predata al surgimiento del Budismo, siendo el número clásico adscrito dentro del hinduismo para nombrar a las deidades o dioses.
Como un múltiplo de 12 y 9, representa a los nueve planetas en las doce casas zodiacales. Como un múltiplo de 27 y 4, también simboliza a los cuatro cuartos de la luna en cada una de las 27 mansiones lunares o constelaciones. El nueve es asimismo un número mágico, ya que cualquier cantidad multiplicada por este, resulta en un cifra en donde la suma de sus dígitos, es también múltiplo de nueve.
En la yoga del pranayana o del control del aliento vital, se estima que un ser humano respira 21,600 veces en un ciclo de 24 horas, consistente respectivamente, de 60 periodos de 360 respiraciones. A su vez las 108 cuentas, aseguran el que por lo menos 100 recitaciones de un mantra se hayan completado dentro de un ciclo completo del rosario.
Los mantras se recitan con el propósito de ejecutar los cuatro karmas o actividades iluminadas: pacificar (los obstáculos en el camino), enriquecer (el potencial de desarrollo), fascinar (a los seres hacia su despertar) y destruir (los obscurecimientos al conocimiento). Aunque rosarios con varios números de cuentas son frecuentemente utilizados en las diferentes prácticas del budismo tibetano, el de 108 cuentas es el más común y popular de todos.
En los rituales benignos de pacificación, las cuentas deben de ser 108, ser claras o blancas, preferiblemente de cristal, perla, madre perla, semillas de loto blanco, piedra de luna o marfil. En los rituales de incremento o enriquecimiento, las cuentas deben de sumar 108, ser de semillas del árbol del Bodhi (la especie de higuera bajo la cual el Buda histórico experimentó la iluminación), semillas de loto, oro, plata, bronce o cobre.
En los rituales magnetizantes de la atracción o de la obtención de poder, las cuentas deben de sumar 25, ser de coral, sándalo rojo o madera colorada perfumada con sándalo. En los rituales fieros de destrucción, el rosario consta de 60 cuentas, preferiblemente de la semilla de rudraksha, hueso animal o humano (evidentemente no sacrificado con este propósito), hierro o plomo. Números alternativos de cuentas en el rosario son utilizado para las diversas prácticas del tantrismo budista, como 1,008, 108, 100, 60, 54, 42, 27, 25 y 21.
Hoy se utilizan los comercialmente populares rosarios de ámbar, rubí, turquesa, amatista, ojo de tigre, ónix, cuarzo rosado y cristal de roca pero tradicionalmente, los hechos de semillas de bodhi y sándalo rojo son considerados los universalmente auspicioso para la ejecución de todas las prácticas del budismo tibetano. Los malas hechos de hueso animal o humano, deben tan solo ser utilizados por contemplativos avanzados, ya que remanentes de influencias kármicas, se piensa son inherentes a los objetos rituales hechos de este material.
Tradicionalmente, las semillas de los malas eran consagradas o purificadas a través de limpiarlas con una mezcla de los cinco productos derivados de la vaca de color anaranjado: leche, mantequilla, yogurt, orina y excremento.
Los hilos que unen al rosario, representan la continuidad de la doctrina Budista, concebida como un medio eficaz para dominar las 108 pasiones mundanas. Usualmente, el hilo está elaborado con 3 o 9 fibras individuales, las cuales se afirma deben ser hiladas por una joven virgen, perteneciente a uno de los cinco linajes tántricos o familias Búdicas a los que la práctica en cuestión pertenezca.
De contar con tres fibras, el hilo representaría a la triple joya budista: el Buda o la meta a obtener, el Dharma o doctrina y la Sangha o la comunidad espiritual. De tener nueve, se simbolizaría al buda Vajradhara y los ocho grandes bodhisattvas o discípulos del Buda. Por lo general, no se recomienda el uso de hilo cordado con una sola fibra, ya que naturalmente presenta menor resistencia al uso y puede eventualmente reventarse con facilidad.
En resumen, un mala típico tibetano, consistirá de 108 cuentas hiladas por un cordón de 3 fibras. Cuentas de diferentes colores se colocan entre los puntos 27, 54 y 81, con el propósito de dividir al rosario en cuatro secciones proporcionales. Estas también pueden ser situadas entre los espacios 10 y 21, para llevar la cuenta de la recitación de los mantras o palabras de poder.
Anudado al mala, se añaden dos contadores de plegarias, objetos constituidos de diez pequeños anillos de plata, oro o bronce y sellados en sus extremidades por un dorje, símbolo budista de la maestría de la energía de la compasión, y un drilbu o campana, símbolo representativo de la maestría sobre la energía de la sabiduría discriminativa. Los anillos, se utilizan para llevar la cuenta de las décimas y centésimas recitaciones de mantras o plegarias.
Un tercer contador puede ser añadido, con el objetivo de llevar la cuenta de los ciclos en milésimas de las recitaciones, contador por lo general decorado con una joya o rueda, simbólicas de la maestría y valor de las enseñanzas budistas. Al concluir un ciclo completo de 108 recitaciones del mantra, el rosario es girado sobre su propio eje y el siguiente ciclo de recitación se inicia en orden inverso.
Las cuentas maestras o guru al final del rosario – una redonda y la otra cilíndrica – simbolizan la sabiduría que entiende la ausencia de identidad inherente de todos los fenómenos, así como la ausencia de identidad inherente de la propia identidad inherente.
El universo de significado de los objetos rituales budistas es de gran complejidad y profundidad, simbolizando así, la prioridad depositada en la práctica espiritual por la civilización budista clásica. Que maravilloso sería que en occidente, particularmente en el universo judeo – cristiano, el rico simbolismo de sus tradiciones fuera más conocido y mejor aprovechado.
El Mala
Un mala tiene ciento ocho cuentas. Es un collar de cuentas, que muchos budistas utilizan cuando están recitando un mantra. Es una herramienta práctica y al mismo tiempo está llena de simbolismo. Normalmente un mala tiene ciento ocho cuentas pequeñas y una grande que se asemeja a una estupa. De hecho, esta cuenta es una estupa y lleva consigo el significado de la estupa, su forma alargada representa el "Estado de la Verdad" que se alcanza al comprender que no hay un ego o un Yo.
En el "Estado de la Verdad" todas las cualidades de la mente se manifiestan libremente. La parte redonda de esta cuenta muestra el gozo que aparece cuando desaparece la ilusión de un ego y todas las energías, normalmente unidas por esperanza y miedo, son liberadas, todas las ideas fijas, todos los pensamientos del pasado y del futuro son descargados. También simboliza el enorme gozo que se manifiesta cuando uno está libre de cualquier juego o artificialidad.
Cuando comprendemos que no hay un ego, y hemos experimentado la gran alegría que trae dicha realización, las cualidades que obtenemos se muestran de forma práctica como distintas acciones o actividades de un bodhisattva.
Cuando se utiliza el mala, uno dice el mantra por cada cuenta. Uno rota el pulgar en dirección horaria sobre cada cuenta y cuando se llega a la cuenta estupa, uno rota el mala y sigue de vuelta por ese camino. Esto hace que el uso del mala sea más fácil, porque las cuentas no estarán muy prensadas en el cordón cuando las muevas.
Durante la meditación es mejor estar totalmente atentos de la visualización del Buda enfrente o arriba de uno. Entonces uno puede utilizar la sensación del mala y la repetición del mantra para fortalecer la experiencia de estar en el campo consciente de un Buda y en el campo de bendición. En esta meditación completa, la mente está con el Buda, el habla con el mantra y el cuerpo con el mala. Cuando a veces sucede - y de hecho ocurre - que la mente no esta concentrada o el habla se salta algunos mantras, una parte de la mente todavía está en la meditación debido al movimiento del mala en nuestra mano. De esta manera el mala puede ser realmente de beneficio.
Hay muchas explicaciones de por qué el mala tiene 108 cuentas. Existen ocho tipos diferentes de conciencias. Primero, están los cinco tipos de conciencias de los sentidos: gusto, olfato, visión, tacto y auditiva. La sexta es como la "consciencia policía" que mantiene un ojo en lo que sucede. La séptima es la "conciencia que almacena" y la octava es la conciencia que procesa el lenguaje, símbolos y objetos dentro de este reino.
Después de alcanzar la budeidad estos ocho tipos de conciencia se transforman en una novena "super conciencia" donde todo se conoce intuitivamente. Aquí, las cosas no se experimentan a través de los sentidos sino directamente a través de la vibración de cada átomo en nuestro cuerpo. Este estado es posible porque el espacio es consciente de sí mismo. El espacio no es un hoyo negro o un separador sino un conector de la información que contiene.
Cuando las ocho tipos de conciencias ordinarias se vuelven la novena "la conciencia que todo lo sabe y todo lo logra", dentro de nosotros se despiertan 100 budas en la forma de 42 budas pacíficos y 58 airados. Por lo tanto el número representa los ocho tipos de conciencias antes del estado pleno de realización y los 100 budas que se manifiestan a través del estado iluminado de la mente.
Cuando hacemos postraciones se recomienda utilizar uno más pequeño (1/4 de mala) con 27 cuentas. Este tamaño se ajusta bien a la mayoría de las manos.
Muchas personas extienden la función del mala añadiéndole contadores extras. En nuestra tradición Kagyu las colocamos después de la décima cuenta y si utilizamos dos de estos contadores adicionales, se colocan después de las cuentas número 10 y 20.
Los malas de distintos materiales
Los malas pueden hacerse de distintos materiales que son buenos para los distintos budas. Tanto los materiales de semilla de loto como los de árbol de bodhi son buenos para decir todos los mantras. El nombre de semilla de loto es un nombre romántico para las semillas del árbol de pera chino. Estos malas normalmente se hacen en China y se exportan via Nepal y Hong Kong.
Los malas del árbol de bodhi se hacen del mismo tipo de árbol bajo el cual el buda se sentó cuando alcanzó el estado de plena realización de la mente. La forma y el tamaño de estas cuentas varían un poco. Por lo general hay dos tipos de cuentas de árbol de bodhi: un tipo tiene el sol y la luna mientras que la otra tiene triángulos tallados encima. Las que tienen los triángulos son especialmente buenas para las prácticas con protectores.
Las de árbol de bodhi o semillas de loto pueden sostener energías pacíficas, protectoras, expansivas y fascinadoras, al igual que todos los tipos de mantras. Ambos, son también materiales agradables porque no se calientan o enfrían y son relativamente ligeros.
Entre otros materiales empleados para malas el ámbar y la madera de sándalo son especialmente populares. Los malas de madera de sándalo no son el material que más dura, porque la madera es suave, pero su aroma es agradable. Los malas de hueso o hematita (una piedra muy pesada) son hechos especialmente para prácticas con protectores.
Si uno quiere obtener un mala de buena calidad, los materiales que se recomiendan son los de árbol de bodhi, semilla de loto y ámbar. Otros materiales pueden ser por supuesto igual de buenos. Uno puede elegir el color del mala de manera que concuerde con el color del aspecto búdico en el cual uno medita, por ejemplo negro o negro azulado para Manto Negro, verde para la Tara Verde, blanco para Ojos Amorosos, azul para el buda de la medicina, etc.
Se dice que es señal de un buen estilo si el mala de uno cabe en nuestra mano cerrada. Si es muy grande puede ser señal de orgullo. En lo que se refiere al cordón es buena idea que esté apretado para mantras cortos y más flojo para mantras largos. Con frecuencia los malas se hacen de un tamaño que se ajusta a nuestra muñeca. Por lo general el mala se siente mejor cuando es hecho con un cordón grueso y suave.
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